NUESTRAS GOLONDRINAS.

Por fin pude conseguir la foto más buscada del año. Os presento a nuestras invitadas especiales, aún no las he puesto nombre(se admiten sugerencias). Regresan cada año buscando su nido y allí lo tienen intacto. La verdad es que nos encanta tener estos huéspedes que tienen el detalle de regresar cada año desde tan lejos.

Dicen que son sagradas porque quitaban las espinas de la corona a Jesús cuando estaba crucificado.

El caso es que nuestras golondrinas nos van cogiendo confianza y han elegido nuestra leñera para traer a sus bebés al mundo. Nos tienen amenizados con sus movimientos y la casa se mantiene a raya de moscas y mosquitos, se las meriendan ellas. Entran, salen, vuelven a entrar, parecen no cansarse nunca, son una pasada.

Ahora están enseñando a sus pequeños a volar por si mismos, van a marchas forzadas así que creo que cuando llegue el momento estarán más que preparados.

Para quien no lo sepa los nidos son tan sagrados como ellas y están protegidos.

PUERTO DE SAGUNTO.

Esta es la prueba de que de vez en cuando piso la playa, aunque sea diez minutos al año. Fue la semana pasada en el Puerto de Sagunto mientras esperábamos a unos amigos con los que quedamos para cenar una vez al año, entre otras cosas porque viven en Francia: "hay que seguir repitiendo, fue estupendo".

A mi me dais un acantilado de esos del norte y la más feliz del mundo, pero me dais una playa saturada de apartamentos y de gente y no sé donde meterme, no encuentro el relax por ningún lado. Así que como mucho, me acerco en invierno, cuando está vacía y se pueden llenar los sentidos del aroma del mar y sus sonidos. Como vereis voy al revés del mundo, que se le va a hacer.

EL POST QUE NUNCA QUIERO ESCRIBIR.

Me hierve la sangre cuando veo las imágenes espeluznantes de los incendios. Como si el fuego entrara directo en mis venas haciéndolas arder. Cada incendio debería suponer una puñalada en la conciencia de todos, porque al fin y al cabo los bosques y los tesoros que esconden son nuestra responsabilidad y quemarlos es tirar piedras a nuestro propio tejado.

Duele el fuego.

Llamas, cenizas, muerte, destrucción, vidas sesgadas. No trae nada bueno y no existe nada que subsane el error o la intención de quien lo originó.

No hay incendio que me deje indiferente, pero es cierto que una es más consciente de la magnitud y las consecuencias que tienen si le toca de cerca. Si queman un sitio que amas o un rincón del que simplemente trajiste un buen recuerdo. Si pones cara a las víctimas anónimas que sufren tras el paso de las llamas.

Me cuesta mirar un bosque y que no surja el interrogante, la pregunta en mi interior de cuánto tiempo más podremos disfrutarlo así. Me resulta complicado plantar un árbol sin pensar que tiene fecha de caducidad. No creo que sea pesimismo, es quizás una visión realista, sólo hay que darse una vuelta por la España actual para comprender porqué me vienen estos pensamientos negativos a la cabeza.

De momento no me queda otra que esperar deseando con toda el alma que termine pronto el infierno de las llamas y que se encuentre rápido una solución eficaz para poner fin a esto que sucede cada año, para que no se vuelva a repetir.

COSQUILLAS.

Y para finalizar esta historia y dar paso a otras, os dejo un ataque del monstruo cosquillero hacía mi persona. Los gritos que pegué se tuvieron que oir en el Japón y es que las cosquillas me debilitan y me dejan en ná, vencida...

24 HORAS MUY BIEN APROVECHADAS.

Las horas en Canfranc dieron mucho de si como podeis ver, pero es que es todo tan bonito...y yo, que soy doña fotos, pues no dejo rincón sin retratar, así que comparto aquí algunas imágenes para que vosotros también podais disfrutar de los tejaditos de pizarra que contrastan tan bien con los tonos verdes de los árboles y las montañas.

PASEO DE LOS MELÁNCOLICOS.

Fuimos al Paseo de los meláncolicos y nos dedicamos a coger fresitas silvestres que están deliciosas. Así que, entre el paseo matutino, el entorno y las fresas, estábamos en el mismo cielo.

Las fotos las hicieron mis sobrinos, por eso estamos tan retratados.

No sé de dónde le viene de nombre al paseo. Yo diría que de algún poeta inspirado. Los poetas suelen ir unidos a la melancolía y un paseo por un lugar así remueve muchas cosas en el interior de una persona con sensibilidad especial. Resulta casi inevitable. Claro que, quizás no tenga nada que ver con esto, pero prefiero pensar que el sitio en cuestión fue bautizado por un poeta antes que por un político avispado, resulta menos romántica la idea, por lo menos para mí.

VÍAS.

Las vías me recuerdan el camino, el sendero de la vida. Me gustan especialmente los viajes en tren y creo que es por las vías que conducen a tantos y tantos lugares distintos, que unen culturas y países diferentes, que abren las puertas a otras experiencias nuevas, que se bifurcan, que tambalean el cuerpo y hacen música cuando pasa el tren sobre ellas.

Las vías de Canfranc se esconden entre flores silvestres y acogen entre los raíles pequeños pinos que han encontrado el refugio perfecto para crecer de manera espontánea.

La casa que veis era del antiguo jefe de estación. Me vuelve loca esa casa. ¿Os imaginais vivir ahí?. Llego allí y la pinto de colores, por dentro, por fuera. Me cuesta poco imaginar como sería cada amanecer y cada anochecer entre esas paredes. Salir por la puerta cada mañana y sentir que toda la belleza que te rodea es el papel que envuelve el regalo de un nuevo día en un entorno privilegiado...ayssss, ¡que chuli es soñar despierta!.

ABANDONO.

Lo que os decía. Lastimoso encontrar los vagones casi ocultos entre la espesa vegetación. Son trenes de aquellos en cuyo interior las paredes estaban completamente revestidas de madera dando un aire totalmente acogedor a cada uno de los camarotes. No es difícil imaginar como eran, y pongo un cero a Renfe por dejar que se conviertan en un residuo de considerable tamaño.

Te juegas un poco el tipo al entrar en los vagones, pero la curiosidad...

En las naves de alrededor, se ve amontonado el mobiliario inservible de la antigua estación. Es una pena no haber llegado a tiempo para evitar el deterioro actual, porque gustosamente me hubiera llevado unas cuantas cosas a mi casita del pueblo, pero nada, está todo completamente inservible, destrozado, así que no había nada que hacer, resignarse a lo inevitable.

LA ANTIGUA ESTACIÓN.

Descubrí Canfranc el año pasado gracias a mi hermana. Creo que es de los sitios de España que más me gustan. No sabría decir porqué. Supongo que contribuye mucho a ello la vieja estación que está siendo reformada. Me fascina perderme entre las naves abandonadas y las vías inhabilitadas. Por un lado me parece un crimen que se haya dejado perder de este modo, por otro, estoy convencida de que eso le confiere parte del misterio que hace que me embelese tanto este rincón del mundo.

No puedo dejar de mencionar lo privilegiado de su situación geográfica, en pleno pirineo aragonés, a tan sólo 8 Kilómetros de Francia, entre montañas enormes que quitan el hipo y cubiertas de un espeso manto verde donde crecen miles de árboles que hacen que el ambiente sea fresco y la temperatura perfecta para esta época del año.

Por otro lado, la estación es preciosa. Conserva el encanto de los tiempos pasados, y a mi, personalmente, me parece una auténtica joya.

CANFRANC- ESTACIÓN.

Después de disfrutar de Jaca, que es un pueblo que me gusta especialmente, fuimos a dormir a Canfranc estación, y como vereis, es una gozada amanecer y disfrutar de semejante paisaje a través de las ventanas. Madrugué y me tiré un buen rato escuchando ese silencio tan particular de los pueblos pequeños, roto por los cantos de los pájaros que seguramente eran los únicos que andaban despiertos a la misma hora que yo. Ese ratito para mí misma fue especialmente placentero y relajante, sin burbujas en la cabeza ni nada que se le pareciera.

JACA.

Fue algo decidido sobre la marcha. Una pequeña locura de esas que dan todo el sentido del mundo a la vida y que hace del momento inesperado una aventura. El caso es que pensado y hecho. Decidimos ir a Jaca a dar una sorpresa a los niños, mis sobrinos, que estaban por aquella zona de veraneo. Compinchada con mi hermana, quedamos en el famoso bar donde sirven la patata, de la que os hablé en el blog el año pasado por estas fechas, y allí nos presentamos. No puedo ni explicaros las caras de sorpresa de Dani Y Blanca al vernos entrar por la puerta, ese momento me hizo comprender que, sin duda, mereció la pena con creces hacer unos cuantos kilómetros más de la cuenta.

EL CASTILLO DE MEQUINENZA.

Subimos al castillo donde se pueden disfrutar de unas vistas preciosas sobre Mequinenza, bueno, rectifico, se podían disfrutar, porque ayer vi en el telediario que Mequinenza es una de las poblaciones afectadas por los incendios que están teniendo lugar en nuestro país estos días, así que es probable que este paisaje que veis en las fotos se haya reducido a las cenizas.

ESCUELA VERDE.

Me gustó el instituto de Seròs donde se impartió el curso porque es, principalmente, una escuela verde. Sus tableros hacen referencia a una diversidad enorme de problemas medio ambientales. Su basura se clasifica para facilitar el reciclado de la misma y sus cursos son una maravilla, lo mismo que sus conferencias, así que ha merecido la pena ir hasta allí.

Uno de los días, estábamos tan contentas haciendo una de las muchas cremas que aprendimos, cuando entraron dos chicas de la televisión de Lérida a entrevistarnos. ¿Voluntarias para salir en la tele?, en principio, ninguna. No salí a la palestra principalmente porque me hubiera quedado medio atascada hablando catalán, que si no, me hubierais podido ver en las noticías de las dos. Menos mal que una compañera se animó y demostró que era la mejor , porque sinceramente , no creo que nadie la hubiera superado en sus explicaciones sobre cual era exactamente su motivación para hacer el curso.

La verdad, me sentí como pez en el agua en este lugar y si puedo el año que viene repito, sin lugar a dudas.

RELAX.

Tardes libres después del curso y un montón de horas para disfrutar de un buen libro, alguna bebida fresquita, un bañito en la piscina, un paseo junto al embalse, cotilleo en el embarcadero, avistamiento de aves, disfrute del paisaje tumbada a la bartola y el sonido del agua cuando los peces saltan.